De la insistencia podemos obtener variadas deducciones, aunque aceptar que lo más lógico y probable es hacerlo como un pesado, creemos que es la más compartida. Sin embargo, cuando de lo que se trata es de recordar los derechos y las obligaciones de los protagonistas de nuestra repetida historia de muchos fines de semana, o sea, de los ciclistas y los usuarios de vehículos a motor, pensamos que algún punto a nuestro favor debe o debería contabilizarse, sobre todo porque nuestro interés reside en salvar vidas. En realidad, si sabemos que el año pasado fueron nada menos que treinta y dos los ciclistas que fallecieron en la carretera, y que solo en éste han sido siete, ¿de verdad creen ustedes que debemos de guardar silencio y olvidarnos de los habituales y obligados consejos que solemos dar los fines de semana? Es más, si nos atenemos estrictamente a lo que observamos cuando nos encontramos con usuarios de la bicicleta en la carretera, la verdad es que entendemos los que aseguran que les ocurren más accidentes porque alguna mano divina acude en ayuda de ellos. Sin acritud pero avalados por sus propias actuaciones, el ciclista en general suele ser poco cuidadoso durante el desarrollo de su papel, es decir, que se sube a su vehículo y al mismo tiempo se olvida de lo que ocurre a sus espaldas, actitud nada positiva y muy peligrosa. Y si esta circunstancia se da cuando circula en solitario, se incrementa y mucho cuando lo hace en grupo, deduciendo que o bien que algunos de ellos no han entendido las nuevas normas o bien que no las acatan, la realidad es que acaba por imponerse el caos y el abuso, haciendo un uso inadecuado de la vía y proporcionando a los que les siguen una sensación de peligrosa incoherencia.
En nuestro caso, las dos vías más transitadas a diario por ciclistas, y especialmente los fines de semana, son la carretera de la Cadena y la de la Virgen. En la primera, el trasiego de vehículos que soporta, que por cierto aumenta con la llegada de este tiempo, y la percepción que tienen muchos usuarios, que están convencidos de que van solos y que no se cruzarán con otros vehículos, aumenta enormemente las situaciones de inseguridad, y es ahí donde el ciclista sale perdiendo, ya que es el más débil del enfrentamiento. En la segunda, con cientos de automovilistas subiendo y bajando a las viñas que esta carretera comunica y los que se dirigen hasta la basílica-santuario de la Virgen de la Cabeza, la incorporación de un vehículo manejado por una persona y que depende directamente de ésta para aumentar o disminuir la velocidad, comprenderán ustedes que casi siempre estorbe desde la perspectiva del que conduce un automóvil. Por supuesto que tiene los mismos derechos que cualquier otro usuario y vehículo, que es merecedor de nuestro respeto y consideración, y más teniendo en cuenta su indefensión, pero todos sabemos que es un estorbo para muchos conductores y que rara es la vez que son adelantados respetando la distancia que el Código de la Circulación impone. Dicho esto, si le añadimos que no siempre los usuarios de estos vehículos a pedal responden como exigen las Normas y la educación, que la polémica esté servida nos parece poco.
Responder a un conductor que previamente ha hecho sonar la bocina de su vehículo avisándonos de su presencia e intento de adelantamiento, no debería ser entendido por el deportista del pedal haciéndole lo que conocemos como “la peseta”. Primero, porque se equivoca; segundo, porque se la juega. Y finalmente porque muestra una actitud irresponsable, muy poco educada y merecedora de una reprimenda. Antes debería saber que el conductor está obligado a avisar al vehículo que le precede de su intención de adelantarle, y lo puede hacer mandándole ráfagas con las luces de su vehículo (y no es el caso) o haciendo sonar la bocina, por lo que en ningún caso debemos entenderlo como exigencia y sí como una deferencia que no tiene más intención que la de evitar el peligro que supone por sí mismo un adelantamiento. Y, miren, cuando este tipo de detalles no solo no se entienden, sino que se critican, creemos que alguno de nuestros protagonistas necesita de un reciclaje.