viernes, 7 de junio de 2013

EL BUEN TIEMPO Y LOS ACCIDENTES DE TRÁFICO

Aunque no sean pocos los que no quieren aceptar que exista conexión entre causa y efecto, la realidad echa por tierra sus convicciones y nos sitúa ante la auténtica y única verdad: que el buen tiempo aumenta los accidentes en carretera. Y todo porque se entiende que, a más coches circulando, más posibilidades existen de verse involucrados en cualquiera de los cientos que se contabilizan especialmente los fines de semana. Y ya decimos que tan legítima es nuestra opinión como la de quienes no coincidan con nosotros, aunque en nuestro favor está el razonamiento y no nos basamos en convicciones sin más. El hecho es que conforme la benignidad de la meteorología se ha venido mostrando los fines de semana, las salidas de usuarios hacia destinos variopintos es un hecho contrastado, y si un día normal disponemos de, por ejemplo, veinte metros lineales de espacio para circular con cierto alivio y seguridad, en ocasiones tan especiales éste disminuye hasta diez o doce, lo que no solo nos molesta, sino que activa la posibilidad del accidente de manera significativa.

De hecho, solo tenemos que acercarnos a la estadística controlada de los dos últimos fines de semana para comprobar que entre los dos han aportado a la cifra de final del año nada menos que veinticuatro personas, que han sido las que se quedaron en la carretera por razones de todo tipo y que van desde las distracciones hasta los excesos de cualquier,  confirmándose una vez más que éstos, los excesos, acaban pagándose y de qué forma. Llegados a este punto no sabemos si conviene o no detenernos en los habituales consejos o dedicar nuestro comentario a convencerles de que la vida vale mucho más que un adelantamiento o una velocidad desproporcionada. Y recordemos aquí que no en todos los casos se trata de que circulemos por encima de los ciento veinte kilómetros por hora permitidos y sí cuando lo hacemos a sesenta kilómetros en un tramo de cuarenta o cincuenta, que recordemos todavía en nuestro país existen cientos de carreteras que cuentan con muchas señales anunciando este tipo de velocidad máxima.

Y lo corrobora el hecho de que sean estos puntos de máximo riesgo los que más denuncias están acumulando en lo que va de año. 

Los números relacionados con la accidentalidad, fríos como témpanos, son determinantes cuando se trata de obtener una referencia fiable para desarrollar un tema de la importancia del que les traemos esta semana. Y es que les hemos dicho que en solo dos fines de semana se han acumulado veinticuatro personas fallecidas en la carretera, y no les hemos exagerado, aunque sí que no les hemos dicho toda la verdad, puesto que nos hemos dejado a un lado las cifras totales de las dos semana que valoramos. Así, el total de este período ha sido de nada menos que treinta y una personas muertas como consecuencia de accidentes de tráfico. Y si estos números por sí mismos no son capaces de plantearles a ustedes al menos la duda de si lo están haciendo bien o de si debían cambiar su particular forma de interpretar el tráfico. Todo está escrito, casi todo está dicho y solo queda por incorporar la forma e incluso la filosofía que cada usuario aporta a la circulación cuando hace uso de su vehículo. Si esto fuera posible, si finalmente todos coincidiéramos en la necesidad de plantearnos el viaje desde parámetros menos agresivos y razonáramos las peligrosas decisiones que tomamos cuando nuestro coche circula a ciento veinte por hora, quizá consiguiéramos cambiar radicalmente la idea que todas y todos tenemos del tráfico rodado. 

Por ahora, lo que se nos ocurre es aconsejarles que lo hagan y pronto, porque no siempre va a ser así y los accidentes los tengan los demás. De eso estamos seguros.