Tras tres meses de trabajo de campo, en los que un equipo de evaluadores especializado en carreteras ha recorrido las carreteras españolas y han tomado datos de su estado de conservación, la Asociación Española de la Carretera ha dado a conocer los resultados de su estudio. Sin duda, existía expectación por parte de colectivos y de empresarios del sector del transporte por saber en qué vías de comunicación se desenvuelven. Y no han sido defraudados, ya que el estudio pone nota al estado de la salud de las infraestructuras viarias y cuantifica las necesidades de reposición de sus elementos más significativos, es decir, firmes, señalización vertical y horizontal, barreras de contención, balizamiento e iluminación.
Los técnicos han recorrido, examinado y calificado nada menos que unos 3.600 tramos de carretera de 100 metros cada uno, seleccionados al azar tanto en la red de carreteras del Estado como en la red dependiente de las comunidades autónomas. En total, 3,6 millones de metros cuadrados de pavimento, 3.600 señales verticales de código, 1.000 kilómetros de marcas viales, 150.000 metros de barreras de contención y 15.000 elementos de balizamiento. De lo que nos han dicho y de lo que han dejado datos, se deduce que la situación en la mayoría de las grandes vías de comunicación que vertebran el país pasa por su peor momento. Y ante una realidad tan preocupante por cómo están, se une ahora la crisis económica que padecemos y que ha obligado al Gobierno a reducir significativamente la inversión económica prevista. Por lo tanto, si sabemos que el deterioro de las carreteras viene dado por su uso y por su edad, añádanles ustedes el parón en las inversiones que se ha previsto por Fomento, que estos técnicos entienden que en algunas de nuestras vías la recuperación será muy complicada, y que la consecuencia inmediata será que, cuando quieran echar mano, costará menos hacerla nueva.
Destacan los profesionales responsables del estudio que el estado de la señalización y de las biondas que delimitan los laterales y los propios carriles en las autovías y autopistas, no están ni mucho menos en buen estado y que existe relación directa entre la accidentalidad y sus consecuencias, que podían reducirse si se actualizara la señalización y se repararan los límites de los quitamiedos. Este detalle es cierto que es de sobra conocido por parte de los usuarios y denunciado en cientos de ocasiones, pero se mantiene activo y participando en muchos de los accidentes que se registran a lo largo del año. Y precisamente se trata de una de las quejas más compartidas entre los conductores, es decir, que el Gobierno no dedique el importe de las sanciones económicas que pagamos los usuarios a la reparación y la modernización de nuestras vías de comunicación. El Estado, no obstante, juega con ventaja en asunto de tanta trascendencia, ya que con que solo coloque un cartel informativo en el que podamos leer que la vía está en mal estado, al que se le añade una limitación de velocidad, su responsabilidad está cubierta. Nosotros no, nosotros dependemos de infinidad de parámetros, aunque destaca por encima de todos la falta de costumbre que tenemos de aceptar las limitaciones que nos llegan impuestas por Tráfico.
En definitiva, que este estudio sobre el estado de nuestras carreteras no nos descubre nada que no sepamos, pero al menos sirve de elemento imprescindible para aproximarse al Estado con datos fiables desde los que reclamar más atención. Si de verdad quieren reducir la tasa de accidentalidad actual, el primer paso no siempre debería ser el de aumentar los controles de velocidad o cualquier otro; además, aumentar el nivel de calidad de las carreteras también resultaría beneficioso para la reducción que se desea. Y si no tienen previsto tomar decisiones tan justificadas, que guarden silencio y vayan con la mentira a otra parte.