Como es habitual desde hace años, los viernes aprovechamos este espacio de mediodía para detenernos en el tráfico, en las noticias más relevantes y por supuesto en la accidentalidad que desgraciadamente se produce a lo largo de la semana. En este reestreno debemos decir que estamos de enhorabuena si damos por aceptable el hecho de que la estadística de este verano haya dado como resultado un descenso significativo en el número de víctimas registradas, que ha sido de sesenta y dos personas menos que en el mismo período del año pasado. No obstante, aunque se trata de una magnífica noticia, es evidente que seguimos enfrentándonos a la mayor causa de muerte que se da en nuestro país anualmente por causas ajenas a las enfermedades. Naturalmente, si estos datos los comparamos con la India, por ejemplo, y con las diferencias existentes entre ambos países, tanto en densidad demográfica como en vías de comunicación sobre todo, realmente salimos ganando en todos los terrenos, ya que sus cifras confirman ser las más altas de todo el mundo, con nada menos que ciento veinticinco mil fallecidos en carreteras por accidentes de tráfico. Nosotros no hace tanto que, cuando se cerraba un verano o un año por parte de Tráfico, estos números estaban entre los cuatro y los cinco mil, que tampoco nos hacían sentirnos orgullosos.
El que ahora nos encontremos en situación más controlada y los resultados anuales hace años que vienen descendiendo significativamente, no solo se debe a que los fabricantes nos propongan vehículos más seguros y mejor equipados tanto en seguridad activa como pasiva, ni tampoco a que Tráfico haga mejor su trabajo, que es cierto que lo hace, como tampoco a la mejora de las vías de comunicación, porque donde de verdad reside la razón del radical descenso al que nos referimos es en el conductor. Y todo porque ha sabido sacar lo mejor de todas las decisiones que se han ido tomando por parte de los organismos implicados en el control del tráfico rodado en nuestro país, desde aceptar los límites de velocidad hasta evitar consumir alcohol cuando conducen. Por supuesto que el capítulo denuncias ha sido determinante, pero no más, repetimos, que la personal decisión adoptada por quienes tienen que vérselas con la circulación en genera a diario. Precisamente porque nuevas formas se han impuesto en la práctica totalidad de los conductores y conductoras, y que éstas han sido definitivas en el cambio radical que ahora tanto nos alegra, los que siguen negándose a aceptarlas están cada vez más solos y son cazados más fácilmente por los agentes de Tráfico. Sepan ustedes, por ejemplo, que en los accidentes mortales que se registraron en el pasado ejercicio, la presencia de los usuarios con exceso de alcohol o drogas en sangre representó nada menos que un treinta por ciento del total; o que los excesos de velocidad participaron activamente en más del doce por ciento, que son los mismos porcentajesque aportan las distracciones y las deficiencias de quienes no debería usar de un vehículo si no están del todo preparados para ello.
Por supuesto que denunciamos al mismo tiempo las deficiencias de las vías de comunicación en cuanto a su estado y la señalización, que participan de forma muy activa en los accidentes, pero siempre que el gestor lo anuncie con señales que nos prevengan, por ejemplo, de un socavón, de un firme en mal estado o de cualquier otra anomalía, la responsabilidad de éste queda cubierta, porque es al conductor al que le corresponde interpretarla y corregir la trayectoria de su vehículo o su velocidad. En cuanto a las denuncias, y muy especialmente a los controles móviles y estáticos, una vez comprobada su rentabilidad económica y no menos su influencia en la disminución de la accidentalidad, lo mejor que se nos ocurre decirles es que los respeten, porque no conocemos otra fórmula que nos exima del pago de la sanción que nos caerá si somos detectados.