viernes, 21 de septiembre de 2012

DEMASIADOS ACCIDENTES DE CAMIONES


Cuando nosotros les advertimos de que a la carretera puede acceder cualquiera y no necesariamente debe hacerlo en condiciones óptimas para usar de su vehículo, no faltan los que o no quieren entender el contenido de nuestro mensaje o sencillamente desconfían de que se den estos casos. Sin embargo, tomen nota de los dos accidentes controlados esta misma semana y saquen ustedes las conclusiones que crean más interesantes. El primero de los casos nos lleva hasta Baracaldo, en donde casi en el centro de la ciudad y en pleno día, un camión cargado de bombonas de nitrógeno líquido vuelca en una rotonda. Hasta aquí todo normal si tenemos en cuenta que este tipo de accidentes se da con relativa frecuencia. ¿Y por qué lo traemos ante ustedes? Pues muy sencillo: porque el conductor iba hasta arriba de alcohol y de drogas. Esa es la gran diferencia y evidentemente lo destacable, ya que afortunadamente el accidente quedó solo en un vuelco y poco más. Si acaso, que dos o tres bombonas comenzaron a arder y que los bomberos pudieron sofocar el incendio en unos minutos, porque si se hubiera producido una explosión ésta se hubiera llevado por delante el barrio en donde se produjo el vuelco. El conductor, por lo que cuenta la policía local de esa ciudad, que vivía cerca, salió del camión y, ni corto ni perezoso, lo dejó tirado y se fue a descansar en su casa, en donde la policía lo encontró y lo detuvo después de efectuarle las reglamentarias pruebas de alcohol y drogas.

 

Pero tenemos otro y casi de las mismas características. Éste lo encontramos en Cádiz con un conductor también bebido, aunque con la diferencia de que éste se llevó por delante a un ciclista. También llevaba demasiado alcohol en sangre y también algo de estupefacientes, por lo que debemos no interpretarlo como excepción y pensar que, al contrario, forma parte de este colectivo como algo normal. Naturalmente, las consecuencias que se puedan derivar cuando nos cruzamos con un camionero en estas condiciones son miles, y todas gravísimas. Por lo tanto, volvemos a reiterar que en la carretera no podemos fiarnos de nadie, que los vehículos que van y vienen pueden ser conducidos por un desalmado con una clara merma de sus posibilidades físicas y tener la mala suerte de encontrarnos con alguno de ellos en cualquier curva o recta.

 

Si de verdad acaba implantándose el cero-cero en la totalidad del colectivo de conductores, es decir, si de verdad el Gobierno mantiene su palabra e introduce en el Código de la Circulación el no al alcohol en cualquiera de sus formas, lo mismo que en las drogas, lo primero que debería adoptarse inmediatamente después es la retirada de las bebidas alcohólicas de la carretera, ni gasolineras ni áreas de servicio con bares o restaurantes incorporados. Sencillamente, eliminadas. Sabemos que no sería definitivo desde luego, pero sí que aumentaría el número de usuarios que, obligados por ley, aceptarían de mejor gana el hecho de que sean todos y no solo una parte de los usuarios los que no podían ingerirlas. El no al alcohol parece que es una decisión que el Ejecutivo tiene muy avanzada y que, por supuesto, serviría para aliviar las cifras de accidentes mortales registrados en nuestro país, porque recordemos que más del treinta por ciento de los muertos en las carreteras están ligados al consumo de alcohol.

 

A todo esto, reivindicar al resto de usuarios la ineludible necesidad que tenemos todos de aceptar las normas actualmente en vigor en su propio beneficio, aunque solo sea por egoísmo, no parece excesivo. Es más, teniendo en cuenta lo que se nos viene encima en cuanto a pérdida de puntos y pellizco económico a la de ya de por sí paupérrima cuenta corriente, lo creemos hasta necesario. Como siempre que tenemos oportunidad de decírselo a ustedes, la mejor manera de evitar ayudar a mejorar la economía de  Tráfico es no transgredir la ley. Y esto, evidentemente, está en nuestras manos. Así que ustedes mismos.