Aunque solo haya sido un globo sonda,
la respuesta del mundo de la bicicleta ha sido contundente. Se han negado en
redondo a que se implante un examen especial para los usuarios de estos
vehículos de dos ruedas. La Dirección
General de Tráfico entiende que la bicicleta ha tomado en los
últimos años un protagonismo especial por el número de ellas y el uso que se
les da, y que de éste se desprende también un número de siniestros que preocupa
una vez analizados. Esas son las razones oficiales y la actitud del ciclista
con respecto a su implantación, negándose en redondo a que se les exijan unos
mínimos conocimientos sobre circulación y el uso obligatorio de los elementos
de seguridad activa y pasiva de que disponen.
Sin embargo, si observamos el uso y
disfrute que algunos de estas personas hacen del vehículo, tampoco lo vemos
exagerado del todo. Si entramos en detalle: aumenta el número de ellos y de
todas las edades que han decidido circular en ciudad por donde les da la real
de la gana, ya sea calle cerrada al tráfico, dirección prohibida y los acerados.
Lo dicho, por donde les da la real de la gana. A éstos debemos sumarles lo que,
ya en carretera, no siempre circulan como deben, porque les observamos todo
tipo de peligrosos excesos. En cuanto al uso de las luces obligatorias, tanto
delante como detrás del vehículo, excepciones son las que vemos, porque la
mayoría ni siquiera se ha planteado instalárselas. Y no digamos nada de la
conveniencia, si no obligación, de usar sobre todo en carreteras abiertas,
prendas que por sí mismas los distingan en el horizonte, con lo que ganarían en
seguridad. De todo esto se desprende, lo quieran o no, una actitud poco
conveniente para el uso de estos vehículos, y que no solo observamos nosotros,
ya que los agentes de tráfico, locales o de carretera, también aportan sus
conocimientos y experiencia, y algún que otro informe habrán hecho llegar a sus
superiores. Por eso insistimos en que lo
más probable es que se trate de un globo sonda dejado volar desde la Dirección General
de Tráfico para comprobar, a la vuelta, la información que trae y actuar en
consecuencia. No obstante, si sabemos que la función principal de este
organismo es el de reducir las consecuencias de la accidentalidad y que en ello
basan la mayor parte de sus esfuerzos humanos, técnicos y económicos, que a
nadie le extrañe que lo que por ahora es solo una decisión que está en el aire,
no tarde en implantarse.
Nosotros entendemos que antes de
posicionarse a favor o en contra de medida tan extraña como valiente, nada
mejor que asumir el uso que hace cada uno de su bicicleta, de si se excede o se
queda corto, de si está convencido de que, como un vehículo más que es, está
obligado a usarlo como si se tratara de uno a motor, etc. Por el momento es
contrastable que no ha sido así, que la bicicleta se ha convertido, incluso por
razones económicas, en un modo de desplazamiento sobre todo en la ciudad ampliamente
utilizado y que ha dejado de estar relegado específicamente a los días de
vacaciones o fines de semana para convertirse en un modo de entender la vida. Y
es precisamente este auge el que ha terminado por entrar a las dependencias de la DGT con categoría de primera
especial por el número de accidentes que
acumula, y exigir el control que por ahora no se percibe. La deducción de los
técnicos quizá haya sido muy infantil, pero finalmente puede acabar siendo útil
si tenemos en cuenta que se han basado en que los usuarios de las bicicletas no
deben conocen las normas y que, precisamente por esta deficiencia, nada mejor
que obligarles a enfrentarse a un examen de aptitud como a cualquier otro
conductor, ya que finalmente los dos usan las mismas vías y están obligados a
respetar las normas.
Y si alguien no está de acuerdo, que lo aceptamos y entendemos, tanto el que les habla como esta emisora estamos dispuestos a debatir el asunto, convencidos de que es la mejor manera de llegar a un entendimiento y a un mejor conocimiento.
Y si alguien no está de acuerdo, que lo aceptamos y entendemos, tanto el que les habla como esta emisora estamos dispuestos a debatir el asunto, convencidos de que es la mejor manera de llegar a un entendimiento y a un mejor conocimiento.