viernes, 28 de junio de 2013

LAS VACACIONES ESTIVALES Y LOS DESPLAZAMIENTOS POR CARRETERA

Definitivamente, nos despedimos hasta el mes de septiembre, justo después de la feria de san Eufrasio. Se lo adelantábamos el pasado lunes y cumplimos con nuestra palabra. A partir de ahora, Fuente Sorda descansará como cualquiera que necesite las vacaciones estivales para recuperar fuerzas. Y como los viernes solemos aprovecharlos para centrar nuestro comentario en el coche y la carretera, en esta ocasión con más justificación, puesto que julio y agosto son los meses en los que más vehículos se desplazan por todo el territorio nacional. De hecho, son millones los que lo hacen y por tanto millones las posibilidades de que algunos de ellos se vean involucrados en un accidente de consecuencias imprevisibles. Desgraciadamente, viene ocurriendo así desde hace años y mucho nos tememos que éste no será muy diferente, es decir, que volveremos a asistir, y ojalá que siempre los podamos observar desde lejos y no siendo los protagonistas, a un cúmulo de inconsecuencias firmadas por usuarios incapaces de aceptar que no circulamos solos, que las velocidades máximas en algunos tramos han sido valoradas previamente por técnicos y que los excesos se suelen pagar siempre. Y algunos con la vida, que es lo terrible.

Así, recordar en todo momento la importancia y la obligación que tenemos de aceptar la realidad del tráfico, supone una acertada visión de lo que ve por delante y en sus laterales. Es posible que no lo crean y entiendan que se trata de una interpretación errónea por nuestra parte, pero entendemos que un conductor consciente de lo importante que es en todo momento su actuación durante el recorrido, disfrutará de un nivel de seguridad superior a quien no respete ni las normas ni al resto de usuarios. Será tal el número de vehículos en la calzada, tanta la prisa de algunos, que solo faltará que alguien se crea con todos los derechos y preferencias para que se concentren todas las posibilidades habidas y por haber para que el accidente se produzca. Deberíamos de entender, con permiso, que en vacaciones, con tiempo por delante para vivirlas con la familia, las prisas no son precisamente justificables, porque al fin y a la postre, como mucho, se trataría de perder algo del tiempo que hayamos previsto para la llegada al punto de destino.

Y otra cosa, decídase a revisar su vehículo antes de iniciar el viaje. Recuerde que en el lugar de su descanso los talleres son unos desconocidos y que sus servicios, aunque estén controlados por una tarifa estándar, pueden ser sensiblemente superiores. Además, el valor añadido de la reparación o del cambio de aceite o de cualquier otra operación en el vehículo se queda entre nosotros, que buena falta nos hace.  La tranquilidad que nos ofrece que haya sido nuestro mecánico de siempre el que lo ha revisado y puesto a punto, no solo nos va a suponer seguridad, sino una factura muy inferior a la que nos extenderían en otra ciudad. Es posible que nos tachen de exagerados, pero pongan algo de atención durante el viaje y verán cómo no serán pocos los vehículos que se encontrarán en el camino detenidos a la espera de la llegada de la grúa que los trasladará al taller más próximo. Porque nos puede ocurrir a nosotros y porque nunca está de más, consulte con su aseguradora qué debe hacer en caso de verse en la situación que les comentamos, porque lo que no deberán hacer nunca es contratar una grúa particular que no dependa de su seguro. Lo más probable es que quieran cobrarle el servicio multiplicado por cinco y la única forma segura de evitarlo es ponerse en contacto con quienes, entre sus obligaciones, tienen la de proporcionarle este servicio, si lo tienen contratado, naturalmente. Por cierto, algunas tarjetas de crédito extendidas por los bancos ofrecen también este servicio. Consultarlo con tiempo nos evitará un contratiempo. 

Y ahora, felices vacaciones. Hasta septiembre. Les echaremos mucho de menos.

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Domingo, 23  de junio de 2013.



martes, 18 de junio de 2013

LAS REVISIONES A NUESTRO VEHÍCULO HAY QUE HACERLAS CON TIEMPO


El comentario de este fin de semana queremos que sea entendido por los conductores en general como un aviso con el sello de que todavía están a tiempo de poner su vehículo a punto, ya que el verano se nos viene encima y los viajes están a punto de producirse. Nos da igual que nos califiquen de reiterativos o cansinos porque estamos convencidos de que una revisión a nuestro coche a tiempo no solo nos va a evitar posteriores problemas, sino que peligren las mismísimas vacaciones. Volvemos a plantearles el asunto de las revisiones porque nos conocemos desde hace años y prácticamente todos respondemos desde las mismas coordenadas, es decir, no tengo tiempo, un día de estos iré por el taller, mi coche anda como un reloj o no hace tanto que le cambié el aceite y lo revisaron.

Al primero, nada mejor que aconsejarle que nunca se pierde el tiempo; al segundo, que visitar el taller debe planificarse con tiempo y contando siempre con el mecánico y no a nuestra conveniencia; al tercero, que todos los vehículos andan como relojes suizos hasta que se paran, y en cuanto al que asegura que le cambió el aceite hace poco y que lo pusieron a punto quizá convenga recordarle que lo más probable es que haya superado con creces los kilómetros que debía recorrer hasta renovarlos. Y es que el tiempo es muy relativo y mucho más cuando nos conviene.

La realidad es que económicamente estamos bastantes afectados y que atender las exigencias normales de nuestro vehículo no es nada sencillo. Lo que ocurre es que no siempre es compatible la situación si al mismo tiempo queremos que el coche siga funcionando. Por lo tanto, actuar antes de que su mecánica presente síntomas de que estamos ante una avería de envergadura, que sería lo que le faltaría a nuestro presupuesto, no solo es una decisión inteligente, sino evitar un desembolso de importancia y una recuperación no siempre garantizada. Lo queramos o no, un vehículo es un gran mecano que lo acoplan, ajustan y montan grandes máquinas, que han sido diseñados para mantenerse en pie y en perfecto estado durante unos años y que, con el paso de éstos, el deterioro es imparable. Por eso es muy importante cuidarlo a lo largo de toda su vida útil, porque evitaremos las temidas averías, algunas muy costosas y que deben realizarlas profesionales cualificados.

No entramos en detalles sobre lo que cuestan los servicios habituales de atención de los vehículos cuando de solo revisiones se trata, pero sí que podemos afirmar que elijamos un servicio oficial de la marca o un taller autorizado, los precios serán prácticamente los mismos. Así, entre otras, la renovación del aceite, el cambio de la correa de distribución si es necesario, porque ya saben que este cambio está ajustado por propio el fabricante, la comprobación de sus puntos vitales, un vistazo sobre los neumáticos y el estado general, el desembolso que nos exigirá será mínimo y las consecuencias positivas que emanarán de esta puesta a punto nos reportarán solo beneficios. Y es que debemos aceptar de buena gana que cuando hemos controlado nuestro automóvil como éste demanda, el viaje se hace más seguro e incluso relajado.

Y si tenemos en cuenta que de lo que se trata precisamente es de evitar vernos obligados a detenernos en mitad del camino y esperar a que una grúa nos traslade el coche al taller más próximo, a nosotros y a la familia, con el equipaje incluido, al menos en ese momento daríamos lo que nos pidieran. Por lo tanto y como consecuencia de lo que les acabamos de decir, lo mejor es que dejen en manos de un profesional su automóvil y que éste, una vez diagnosticada la deficiencia, lo ponga a punto. Y ahora, a viajar seguros, que no es poco.

viernes, 7 de junio de 2013

EL BUEN TIEMPO Y LOS ACCIDENTES DE TRÁFICO

Aunque no sean pocos los que no quieren aceptar que exista conexión entre causa y efecto, la realidad echa por tierra sus convicciones y nos sitúa ante la auténtica y única verdad: que el buen tiempo aumenta los accidentes en carretera. Y todo porque se entiende que, a más coches circulando, más posibilidades existen de verse involucrados en cualquiera de los cientos que se contabilizan especialmente los fines de semana. Y ya decimos que tan legítima es nuestra opinión como la de quienes no coincidan con nosotros, aunque en nuestro favor está el razonamiento y no nos basamos en convicciones sin más. El hecho es que conforme la benignidad de la meteorología se ha venido mostrando los fines de semana, las salidas de usuarios hacia destinos variopintos es un hecho contrastado, y si un día normal disponemos de, por ejemplo, veinte metros lineales de espacio para circular con cierto alivio y seguridad, en ocasiones tan especiales éste disminuye hasta diez o doce, lo que no solo nos molesta, sino que activa la posibilidad del accidente de manera significativa.

De hecho, solo tenemos que acercarnos a la estadística controlada de los dos últimos fines de semana para comprobar que entre los dos han aportado a la cifra de final del año nada menos que veinticuatro personas, que han sido las que se quedaron en la carretera por razones de todo tipo y que van desde las distracciones hasta los excesos de cualquier,  confirmándose una vez más que éstos, los excesos, acaban pagándose y de qué forma. Llegados a este punto no sabemos si conviene o no detenernos en los habituales consejos o dedicar nuestro comentario a convencerles de que la vida vale mucho más que un adelantamiento o una velocidad desproporcionada. Y recordemos aquí que no en todos los casos se trata de que circulemos por encima de los ciento veinte kilómetros por hora permitidos y sí cuando lo hacemos a sesenta kilómetros en un tramo de cuarenta o cincuenta, que recordemos todavía en nuestro país existen cientos de carreteras que cuentan con muchas señales anunciando este tipo de velocidad máxima.

Y lo corrobora el hecho de que sean estos puntos de máximo riesgo los que más denuncias están acumulando en lo que va de año. 

Los números relacionados con la accidentalidad, fríos como témpanos, son determinantes cuando se trata de obtener una referencia fiable para desarrollar un tema de la importancia del que les traemos esta semana. Y es que les hemos dicho que en solo dos fines de semana se han acumulado veinticuatro personas fallecidas en la carretera, y no les hemos exagerado, aunque sí que no les hemos dicho toda la verdad, puesto que nos hemos dejado a un lado las cifras totales de las dos semana que valoramos. Así, el total de este período ha sido de nada menos que treinta y una personas muertas como consecuencia de accidentes de tráfico. Y si estos números por sí mismos no son capaces de plantearles a ustedes al menos la duda de si lo están haciendo bien o de si debían cambiar su particular forma de interpretar el tráfico. Todo está escrito, casi todo está dicho y solo queda por incorporar la forma e incluso la filosofía que cada usuario aporta a la circulación cuando hace uso de su vehículo. Si esto fuera posible, si finalmente todos coincidiéramos en la necesidad de plantearnos el viaje desde parámetros menos agresivos y razonáramos las peligrosas decisiones que tomamos cuando nuestro coche circula a ciento veinte por hora, quizá consiguiéramos cambiar radicalmente la idea que todas y todos tenemos del tráfico rodado. 

Por ahora, lo que se nos ocurre es aconsejarles que lo hagan y pronto, porque no siempre va a ser así y los accidentes los tengan los demás. De eso estamos seguros.

lunes, 27 de mayo de 2013

¿EL BUEN TIEMPO NECESITA DEL COCHE PARA DISFRUTARLO?


Un fin de semana más que nos llega con buen tiempo. Naturalmente, disfrutar de él supone, casi siempre, que echemos mano del coche y nos decidamos a recorrer determinados trayectos en busca de paisajes y gastronomía diferente. Unas veces lo haremos cerca de la ciudad en la que residimos y otras en puntos más distantes. Sea como sea, el hecho de que el coche esté de por medio nos exige una dedicación extra si queremos desplazarnos exentos de peligrosas o desagradables sorpresas. Por ejemplo, que los neumáticos, que hace tiempo no revisamos, nos den un disgusto, o que los aceites o la batería nos dejen tirados en la carretera. Nosotros, como siempre, echamos mano de situaciones reales con el fin de alertarles de que también nos puede ocurrir a nosotros. De hecho, no será el primer vehículo que veamos detenido en el arcén de cualquier carretera esperando la grúa porque sencillamente no anda. Y como puede evitarse, como es posible eludir estos desagradables momentos, nada mejor que tener el coche a punto; no que mantengamos sobre él una atención casi enfermiza, pero sí saber que los parámetros mínimos están en perfecto estado.
El pasado fin de semana contabilizamos nada menos que doce fallecidos en nuestras carreteras. Asumirán ustedes que eran usuarios con conocimientos parecidos a los suyos, concienciados cuando conducen y prestos a atender las señales que nos encontramos en la carretera. Cómo llegan a situaciones tan extremas de las que se deduce el accidente es algo para lo que siempre encontramos la respuesta adecuada. Para unos, que la causa ha sido la distracción, y es posible; para otros, que el accidente tuvo su origen en el exceso de velocidad, y seguro que también tienen razón, y no faltan los que culpan al estado del vehículo, que tampoco podemos desdeñar. No sabemos si intencionadamente o no, pero solemos obviar el estado de la carretera, la meteorología, porque si llovía o si había niebla o granizo también debe tenerse en cuenta, la intensidad del tráfico, etc. Y es que lo quieran o no, cuando conducimos todo tiene importancia y, por tanto, cualquier detalle debe ser valorado por el conductor con el fin de mantener la velocidad o reducirla, una sencilla operación que no todos utilizamos y que, sin embargo, puede evitar el accidente.

Por otra parte, se controlan accidentes de tráfico que no siempre tienen lógica. Por ejemplo, el que sufre el conductor que mantiene la velocidad adecuada, que ha dormido y conduce descansando y con todos sus sentidos preparados, que ha comido lo justo y que no ha probado el alcohol o droga alguna. Y está ahí, justo en el instante en el que se cruza con otro vehículo cuyo conductor no está ni de lejos en las mismas condiciones físicas que él porque se excede en todo. La maldita coincidencia de tiempo y espacio, de encontrarse en donde no debía en el momento más inadecuado, acaba por verse involucrado en un accidente de consecuencias imprevisibles. Tampoco es extraño que el causante del desastre salga ileso o herido levemente del encuentro y el otro y sus acompañantes hayan resultado heridos graves cuando no muertos.

No tratamos de asustar o preocupar a nadie. Si acaso, concienciarles de que nosotros somos unos más en la carretera y que, consecuentemente, podemos participar sin quererlo ni desearlo en un desencuentro fatal. La única forma de evitarlo es no sacando el coche del garaje, pero como esta decisión no es posible por razones obvias, lo mejor es que sean previsores en todo, desde revisarlo hasta elegir el recorrido, porque en el tráfico, todo cuenta.