lunes, 29 de octubre de 2012

NO DEJEN PARA MAÑANA LO QUE DEBAN HACER HOY

 
Con el otoño campando a sus anchas, lo que quiere decir que la meteorología cambia sin previo aviso y que lo mismo nos encontramos con niebla o con lluvias torrenciales de manera inesperada, no conviene perder de vista las formas que personalmente entendemos que más rendimiento nos aportarán durante el viaje. Lo primero que se nos ocurre es recordarles que a partir de ahora se inician unos meses especialmente rigurosos para nuestro vehículo, sobre todo si éste duerme en la calle la mayor parte del día o la noche. Con esto queremos convencerles de que ya están tardando en darse una vuelta por su taller de confianza en busca de asesoramiento técnico en el apartado aceites, anticongelante, líquidos y neumáticos. Naturalmente, no perdemos de vista la crisis que padecemos solos y en conjunto, pero, como dijimos la semana pasada, si la situación económica no nos lo permite, lo mejor es que dejemos nuestro automóvil más tiempo aparcado que circulando; todo antes de seguir usándolo siendo conscientes de no está al cien por cien de sus posibilidades, especialmente en el apartado neumáticos.
 
El frío, la lluvia e incluso la nieve nos exigen conducir nuestro vehículo en perfectas condiciones si no queremos vernos involucrados en situaciones peligrosas. Y no nos sirven los argumentos que ahora se esgrimen más que nunca, es decir, aquellos que aseguran que su vehículo puede seguir porque tampoco está tan mal o que, como solo circula por la ciudad, no tiene necesidad de revisarlo como si lo hiciera por carretera. Y lo que no entendemos del todo es que este tipo de justificaciones nos las hagan llegar personas avezadas en la conducción, con experiencia de sobra en situaciones de riesgo, sencillamente porque no siempre es obligatorio poner dinero de por medio si queremos mantener en buen estado nuestro coche y sí controlarlo regularmente aunque de forma superficial. Es el caso, sin ir más lejos, del equipo óptico, de las luces de posición, la larga y la corta, de freno, de marcha atrás y las intermitencias, y de gálibo cuando correspondan. ¿Qué nos cuesta echarles un vistazo? Siendo conscientes de que la época que se nos viene encima necesita de más iluminación porque las horas de luz son menos y que la meteorología es más adversa, ¿por qué somos tan remisos a una acción que no demanda tiempo ni esfuerzo?
 
Es verdad que el mantenimiento de un vehículo, siempre que coincida con los cambios de líquidos, aceites y filtros que exige el fabricante, nos supone una inversión a tener en cuenta, pero en ningún caso justifica que lo dejemos para más adelante, para cuando dispongamos de dinero y poder atender el pago de la factura, y mientras tanto lo usemos como si tal cosa. Es más, lo más probable es que esta despreocupación puede acabar en una avería de complicada recuperación y desde luego mucho más costosa de la que hemos ido evitando. Los automóviles modernos, repletos de tecnología y con infinidad de testigos que nos alertan de que algo va mal, demandan del propietario o conductor habitual una serie de comprobaciones casi rutinarias y que no tienen más finalidad que la de evitar males mayores, que es cuando de verdad la avería puede suponernos un desembolso extraordinario.
 
Finalmente, es bueno saber que el consumo aumenta en época de frío y no conviene que perdamos de vista este detalle precisamente porque los precios de los carburantes están por las nubes. Y es que alcanzar la temperatura ideal del motor y sus componentes e integrantes, como es el caso de los aceites, anticongelantes y demás, se consigue mucho más tarde y, mientras tanto, demanda más carburante. Eso sí, si quiere evitar una avería de calado, pídale a su vehículo las prestaciones poco a poco. Es lo mejor para su bolsillo y su coche.