El estado de las carreteras secundarias de nuestra
provincia, y muy concretamente las que tenemos cerca, es realmente desolador.
Hasta ahora hemos echado mano del anuncio de don José Castro, diputado
provincial responsable de nuestra red viaria, que aseguró que la inversión
prevista por parte de la
Diputación para este capítulo sería de cuatro millones
seiscientos mil euros. De acuerdo con éste, las vías de comunicación serían
intervenidas con fines concretos e inmediatos, ya que se trataría de limpiar
cunetas y eliminar la maleza que crece salvaje a ambos lados y que tanto
dificulta la visibilidad a los conductores. Por el momento, nada de nada.
Obreros y máquinas brillan por su ausencia y todo indica o insinúa que se trata
de una declaración política sin más interés que el impacto popular que se pueda
obtenerse de ella. También puede pasar que la inversión esté prevista para años
venideros y ahora lo que están haciendo es buscar el dinero para cubrir esta
promesa política. Sea como sea, y es a lo que vamos, las carreteras están muy
mal de casi todo, pero muy especialmente de firme, cunetas, maleza y
señalización, y esta situación exige la intervención inmediata si de verdad lo
que se quiere desde la
Administración provincial es evitar situaciones de riesgo y la
accidentalidad que acumula.
Lo quieran o no nuestros dirigentes, tienen que aceptar sus propios mensajes o consideraciones, especialmente cuando se refieren o aseguran que una provincia bien comunicada representa por sí mismo una fuente de riqueza para la totalidad, ya que el que todas las ciudades cuenten con características ligadas a la industria, a la gastronomía y otro tipo de ofertas que las hacen muy necesarias para el avituallamiento propio que generan entre unas y otras, demanda el incondicional apoyo de las Administraciones. En esta compensación y reparto económico, y seguimos usando las propias palabras de nuestros representantes políticos, toda la provincia saldría ganando de forma adecuadamente distribuida, ya que adquiere lo que necesita de manera solidaria. Por lo tanto, no somos nosotros los que incumplimos las obligaciones que hemos adquirido y sí quienes no solo lo anunciaron con tiempo, sino en público, detalle que les compromete con los afectados y debía obligarlos a justificar su actitud o al menos hacerles llegar fechas exactas y el dinero a invertir. Solo de esta manera conseguirían mantener o ganar la credibilidad perdida ante una ciudadanía hastiada de promesas incumplidas.
En el caso que nos ocupa, con lo que supone una red viaria de muy escasa calidad y con infinidad de defectos peligrosos que participan activamente en la seguridad de la marcha de los vehículos, a lo que debemos añadir lo que se les viene encima si tenemos en cuenta la inmediata aparición de los cientos de tractores que circularán por ellas debido a la recolección de la aceituna, todo lo que se ejecute en su beneficio siempre será bienvenido. Por otra parte, si añadimos a los males endémicos de nuestra red vial el hecho de que la señalización siga siendo deficitaria y no adecuada para el tráfico que soporta, asegurar que las alarmas deben seguir encendidas mientras no se plantee la solución a este gravísimo problema es lo menos que podemos exigir. Por el momento, solo gracias a la prudencia que muestran los usuarios nos podemos permitir cifras de accidentalidad soportables si las comparamos con otras provincias que cuentan con una red vial en mejores condiciones. Pero lo injustificable e insostenible es que sigamos depositando únicamente en los conductores los defectos de forma y de fondo que debieron ser corregidos hace años y que tantas desgracias y malos momentos nos han dado.