domingo, 27 de enero de 2013

EL GOBIERNO MANTIENE SU INTENCIÓN DE REDUCIR LA VELOCIDAD EN LAS CARRETERAS SECUNDARIAS

 
El Ministerio del Interior, del que depende la Dirección General de Tráfico, estudia reducir los límites de velocidad en las carreteras secundarias de 90 a 70 kilómetros por hora, en función de la anchura de la calzada. Por el momento las velocidades que están vigentes en estas vías son de 100 por hora en las secundarias con un arcén de más de metro y medio de anchura y a 90 en las que carecen de un arcén de este tamaño. De acuerdo con los velados anuncios que se vienen haciendo desde la cúpula directiva de este Ministerio, la reforma del Reglamento General de Circulación, que estará lista esta primavera, contemplará una reducción de los límites de velocidad en las carreteras convencionales, si bien todavía no se ha confirmado cuál será la velocidad final. En un primer momento, se barajó únicamente reducir de 100 a 90 kilómetros por hora el límite máximo.

El Gobierno está dispuesto, asimismo, a incrementar la velocidad en las vías rápidas de 120 a 130/140 kilómetros por hora, aunque todo indica que este incremento estaría sujeto a las condiciones climatológicas, al estado de la carretera, a la baja siniestralidad y a una mejora económica general del país. El pasado mes de noviembre, el Grupo Popular en el Congreso presentó una proposición no de ley por la que instaba al Gobierno a estudiar un incremento de la velocidad en las autopistas de peaje. Aunque en el texto no fijaba el límite máximo, los populares barajaban una velocidad de 140 kilómetros por hora, basándose para ello en que la red de autopistas se ha diseñado para circular a más velocidad, lo que permitiría acortar los tiempos de desplazamiento y dinamizar la economía.

Sin embargo, las asociaciones de víctimas de tráfico y de ecologistas han protestado contra la propuesta del Gobierno, ya que entienden que  a más velocidad, más muertos y más contaminación. Y las dos partes llevan parte de razón, puesto que el Gobierno está obligado a dar respuestas al colectivo de los conductores, y los que se unen en asociaciones en contra de los accidentes justifican su negativa en las cifras de muertos y accidentados que conocemos los fines de semana. Ocurre, no obstante, que a lo largo de estos años en ningún caso se han aceptado las decisiones oficiales que, por ejemplo, solo pretendían, y lo han conseguido, reducir la accidentalidad.

Por eso estamos convencidos de que acabarán tomándose ambas, aunque la segunda, la que aumentaría la velocidad en autopistas y autovías, ligada como está a la mejora de la situación económica del país, nos tememos que tardará en implantarse. Con respecto a la primera, los datos que controla Tráfico en relación con las denuncias por exceso de velocidad que en éstas se dan, además de que continúa en ascenso el número de víctimas, son más que suficientes para que la autoridad competente, obligada como está a solventar el horrible problema de las muertes en carretera, decida en poco tiempo implantar no solo los nuevos límites de velocidad, sino controlar estas vías con la colocación de sistemas de control de la velocidad de última generación, esos que pueden realizar fotografías del vehículo de frente, de lado y por detrás desde más de doscientos metros.

Los que se quejan, que seguro llevarán su razón y que nosotros aceptamos, deben tener en cuenta que los excesos se pagan y es evidente que nos hemos estado pasando de rosca durante muchos años aprovechándonos de la falta de vigilancia y control de estas vías, y que en el fondo se trata de responder a tanto abuso y, consecuentemente, a tanto accidente.